Una inteligencia artificial más limpia, más veloz y completamente independiente de la nube. Todo un avance que promete reducir a la mitad el consumo energético mundial asociado a la computación, según sus impulsores
En un momento en el que los grandes modelos de inteligencia artificial están consumiendo tanta energía como paí ses enteros, una innovación española se abre paso con una promesa clara: reducir el impacto ambiental de la tecnología sin sacrificar potencia ni seguridad. Su nombre es Omega, y sus creadores la definen como la primera inteligencia soberana y post-nube del mundo.
La revolución post-nube
El proyecto, liderado por el Doctor Antonio López, físico cuántico, investi gador y fundador de QuantumSecurity, plantea una revolución en el modo en que opera la inteligencia artificial: sin servidores, sin almacenamiento de datos y sin dependencia de centros de datos externos. Reconocido con el Premio Europeo de Física Cuántica 2024 por sus avances en inteligencia cuántica aplicada, López asegura que “la verdadera seguridad no es proteger los servidores, sino no necesitarlos.”
El alto precio oculto de la IA Los centros de datos que alimentan a las IA tradicionales consumen cerca del 3% de la electricidad mundial, se gún datos de la Agencia Internacional de la Energía. Cada servidor genera calor, requiere refrigeración constante y mantiene un gasto eléctrico elevado, incluso en reposo. “Un solo servidor de última generación puede consumir la electricidad equivalente a la de un hogar durante todo un año”, explica el Doctor López, que añade que “el aire caliente que expulsan y los sistemas de refrigeración contaminan más que algunos vehículos de hace décadas”.
Omega rompe con este modelo. Al operar de forma local y descentrali zada, elimina la necesidad de miles de máquinas en funcionamiento con tinuo, reduciendo el consumo ener gético hasta un 50% y disminuyendo drásticamente la huella de carbono digital.
El secreto de Omega reside en su arquitectura HCB (Híbrida Clási co-Cuántica), capaz de combinar procesos cuánticos y tradicionales para ofrecer una eficiencia sin prece dentes. Omega solo utiliza la energía necesaria en cada tarea y se disuelve automáticamente al completar la operación, sin dejar rastro ni requerir almacenamiento.
Su sistema de inteligencia adaptati va monitoriza en tiempo real su pro pio consumo, redistribuye cargas de trabajo y optimiza recursos de manera totalmente autónoma. “Es una inteli gencia que se vuelve más eficiente con cada uso”, explican desde Quantum Security. Una IA que piensa, se adapta se aaa.
Antonio López es físico cuántico, investigador y fundador de QuantumSecurity, firma que presenta Omega, una IA que define como post-nube
EL DATO 50% de reducción del consumo energético, es lo que afirman los impulsores de Omega que conseguirá su nuevo modelo de inteligencia artificial.

Seguridad cuántica
Omega incorpora algoritmos post cuánticos como Kyber, Dilithium y Falcon, reconocidos por su robustez ante ataques de nueva generación. Además de garantizar una protección prácticamente irrompible, reducen mil veces el consumo energético durante la generación de claves criptográficas. La compañía lo denomina Green En cryption: cifrado verde con seguridad cuántica y huella energética mínima.
Cero residuos digitales
Mientras las grandes tecnológicas compiten por ampliar centros de da tos, Omega apuesta por una filosofía radicalmente opuesta: cero residuos digitales. Entre sus claves, señalan el autoescalado sin servidores, lo que ajusta recursos dinámicamente.
También apuntan a la asignación inteligente de tareas, de manera que priorizan la eficiencia energética. Finalmente desliean un monitoreo
continuo de huella de carbono, de forma que aseguran el cumplimiento con los estándares ambientales más exigentes.
El resultado es una computación responsable, alineada con los objetivos globales de sostenibilidad y reducción de emisiones para 2030.
IA soberana
Con sede en Barcelona y presencia también en Dubái, la firma Quantum Security lidera esta transformación tecnológica desde Europa. El lanza miento comercial de Omega está pre visto para 2026, tras demostraciones privadas con gobiernos e inversores estratégicos.
“Omega no compite con las inteli gencias artificiales actuales: las tras ciende”, explica Antonio López. “Es el primer paso hacia una tecnología verdaderamente autónoma, segura y sostenible”, asegura el fundador de la comañía esañola.

Omega no solo se presenta como una innovación tecnológica, sino como el comienzo de una nueva conciencia digital
Un nuevo paradigma

Omega, explican sus impulsores, re presenta mucho más que un avance en inteligencia artificial: es el inicio de una nueva relación entre la inteligencia artificial y el planeta. Su propuesta —basada en sostenibilidad cuántica, independencia tecnológica y eficiencia energética— marca el nacimiento de una nueva era: la era ost-nube.